La Mayordomía Integral a la luz de la teología sistemática

Dr. Daniel Clark

Introducción

¿Por qué hablar de teología sistemática en un curso de mayordomía integral? ¿No es suficiente leer las Escrituras y motivar a las personas?

La respuesta más sencilla es que la ausencia de reflexión teológica no resulta en la ausencia de teología, sino en la presencia de la mala teología. Y la mala teología tiene terribles consecuencias en cómo vivimos nuestras vidas, y como comprendemos a la misión de la iglesia.

El hecho de la CEBP elegir la mayordomía integral como prioridad sugiere un déficit de mayordomía en nuestras iglesias. Mi sugerencia es que ese déficit es consecuencia, en parte, de problemas teológicos.

La mayordomía integral y el reduccionismo pseudo-evangélico

En nuestro contexto contemporáneo, un proyecto de mayordomía integral como lo de nuestra convención lucha contra dos errores populares en nuestras iglesias, dos dimensiones de lo que llamo de “reduccionismo pseudo-evangélico.”

1) La tendencia de reducir el mensaje del evangelio a la salvación individual. Vemos eso principalmente en las corrientes teológicas influenciadas por el misiólogo CP Wagner.[1]

2) La tendencia de reducir la vida cristiana a una dimensión “espiritual.” Por eso me preocupa cuando un hermano pide oración por su “vida espiritual”. Me quedo con la pregunta ¿Hay una dimensión de la vida que no es espiritual?

Para ese curso intensivo deliberadamente no elegimos ofrecer una definición común del termo “mayordomía integral”. Esperamos que las diferentes perspectivas pueden enriquecer la comprensión colectiva. En esa noche voy a tratar la “mayordomía integral” como “toda nuestra vida totalmente dedicada a Dios.” Dios es el Señor de todo que hay, y por eso no hay ninguna área de nuestra vida que es independiente de su señorío, ¡aunque sacamos nuestra billetera en el bautismo! Podemos fundamentar eso mejor explorando tres áreas doctrinales:

1) la cristología

2) la soteriología

3) la escatología

La mayordomía integral y la cristología

En el centro de la teología cristiana está la persona de nuestro Señor Jesucristo. Por eso errores en nuestra cristología tienen el potencial de contaminar otros aspectos de nuestra doctrina, nuestra comprensión de la vida cristiana y con eso nuestro concepto de mayordomía integral.

Para los primeros cristianos no había duda de que Jesús fue verdaderamente humano. Él tenía sed, tenía hambre, tenía fatiga como todos los otros seres humanos. Mismo el título “Cristo” o “Mesías” fue un título usado en el Antiguo Testamento para describir a los seres humanos ungidos con el Espíritu Santo, o temporariamente, o permanentemente. En la tradición profética surge la esperanza de un mesías de la línea de David que traería la salvación al remanente fiel del pueblo de Dios.  El propio título “hijo de Dios” podría ser usado para describir al pueblo de Israel, o el rey como representante del pueblo.

Sin embargo, el uso, por el propio Jesús, del título “hijo del Hombre” sugiere algo más, ya que en Daniel 7 el hijo del hombre es un ser celestial, representante de Israel, que recibe de Dios toda la autoridad y todo el poder. Por eso en el Nuevo Testamento hay la percepción que Jesús es mucho más que un mero ser humano. El título “Señor” usado en el Antiguo Testamento para hablar de Dios y por muchos judíos para sustituir el uso del tetragrama YHVH, es usado para describir a Jesús, y atributos divinos, como la autoridad de perdonar pecados, son atribuidos a Cristo. Más radicalmente los primeros cristianos, judíos monoteístas, alababan a Jesús, aunque creían que solamente se podría alabar al único Dios.

Esa cristología incipiente tiene su expresión más alta en el evangelio de Juan.

“En el principio era la Palabra[a], y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de ella, y sin ella no fue hecho nada de lo que ha sido hecho. 4 En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”

En el Nuevo Testamento tenemos todo el material necesario para el desarrollo posterior de la doctrina de la trinidad, que hay un solo Dios, en tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Eso implica la declaración de que Jesús fuera tanto plenamente divino, como también plenamente humano, en las palabras del credo niceno:

“[Creo] en un solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, Engendrado del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, Luz de Luz, verdadero Dios de Dios verdadero,  Engendrado, no hecho, consubstancial con el Padre;  Por el cual todas las cosas fueron hechas,  El cual por amor a nosotros y por nuestra salud descendió del cielo,  Y tomando nuestra carne de la virgen María, por el Espíritu Santo, fue hecho hombre,  Y fue crucificado por nosotros bajo el poder de Poncio Pilatos,  Padeció, y fue sepultado;   Y al tercer día resucitó según las Escrituras, Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre.  Y vendrá otra vez con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; Y su reino no tendrá fin.”

Esa confesión tenía un fuerte componente soteriológico. Jesús necesitaba ser divino para tener el poder de nos salvar por intermedio de su muerte y resurrección, y necesitaba ser humano para que nosotros fuésemos salvos por él. “Cristo es un ser humano, lo poner por cima de los humanos es cometer el error de Arrio y así eliminar la posibilidad de nuestra participación en Cristo. Cristo se queda inmerso en la historia, pero, porque Él es Dios, todas las normas históricas están subordinadas a Cristo.”[2]

Con relación a la mayordomía integral podemos decir que la plena humanidad de Jesús significa que Él está involucrado con todas las dimensiones de nuestra vida, la plena divinidad de Jesús significa que Él es Señor sobre todos los aspectos de nuestra vida.

El peligro de negar la plena humanidad de Cristo

Desde el inicio, muchos cristianos tuvieron dificultad en aceptar a la plena humanidad de Jesús. El docetismo afirmaba que Jesús no fue verdaderamente humano, solamente lo aparentaba ser.[3] Apolinario pensaba que Jesús no tuvo un alma humana, sino su divinidad la sustituyó y Eutíco predicaba que la humanidad de Jesús fue una gota, que desapareció en el océano de su divinidad. Mientras los historiadores debaten hasta hoy el verdadero contenido de la enseñanza de Nestorio, sus seguidores fueron acusados de hacer una separación completa entre la humanidad y la divinidad de Cristo.[4]

Un factor en común entre todas estas herejías está el escándalo de la plena humanidad de Jesús. Samuel Escobar ha explorado como, por diversos motivos, los creyentes latinoamericanos tenemos una tendencia a minimizar la importancia de la plena humanidad de Jesús.[5] Como consecuencia, hay la tendencia de pensar que ciertas áreas de nuestra vida no son tocadas por la encarnación, y por eso son menos “espirituales” y menos importantes para Dios.

El peligro de negar la plena divinidad de Cristo

En la otra punta están las herejías que niegan la plena divinidad de Jesús. Por ejemplo, en el mundo antiguo algunos, como Pablo de Samosata, negaban la divinidad de Jesús afirmando que Él fue “puro hombre” adoptado como hijo por Dios.[6] Mientras tal perspectiva no tuvo mucha popularidad en el mundo antiguo, es la perspectiva cristológica que prevalece entre las diferentes teologías liberales y revisionistas en la actualidad.

Quizá la más grande amenaza a la ortodoxia cristiana fueran las enseñanzas del presbítero alejandrino, Arrio. Motivado por un deseo de mantener la transcendencia de Dios, Arrio negaba la divinidad de Jesús declarando que Jesús fue la primera criatura formada por Dios, y que por intermedio de Jesús todas las demás cosas fueron creadas.[7]

Lo que une todas las herejías cristológicas es la creencia que el divino y el humano necesitan se quedar completamente separados, que es imposible Dios se involucrar en las cuestiones humanas. En comparación los teólogos ortodoxos se alegraban en las paradojas causadas por la unión de la divinidad y humanidad en Jesús:

Fue bautizado como hombre, pero remitió a los pecados como Dios … fue tentado como hombre, y venció como Dios … tuvo hambre, pero alimentó a la muchedumbre … se fatigó, pero es el descanso de los que están cansados y oprimidos … estaba pesado con sueño sin embargo caminó levemente sobre el mar … ora, pero escucha las oraciones, llora, pero hace con que las lágrimas terminen.[8]

La consecuencia de esa paradójica unión es que Cristo participa de todas las dimensiones de la vida humana, y toda la vida humana está bajo el señorío de Cristo, en otras palabras, la mayordomía integral.

La mayordomía integral y la soteriología

¿”y esas almas se salvarán”?

Un de los retos en desarrollar un proyecto de mayordomía integral como lo de la CEBP, es que enfrentamos el legado de una soteriología reducida. Esa soteriología puede ser resumida de la siguiente manera:

  1. Yo soy pecador.
  2. Los pecadores van al infierno.
  3. Jesús murió por mis pecados.
  4. Si tengo fe en Jesús soy salvo y voy vivir en el cielo.

El problema de esa soteriología no está en lo que enseña, sino en lo que omite. Por ejemplo, no hay mención de la iglesia, discipulado o el proceso de santificación. Por eso yo tengo algunas reservas con relación a los cubos evangelísticos. Son herramientas interesantes, sin embargo, tienen sus limitaciones. Los gringos vienen y les preguntan a los peruanos ¿crees en Dios? Sí. ¿crees en Jesús? Sí. ¿Quieres vivir en el cielo con Jesús o en el infierno con satanás? En el cielo con Jesús. ¿Podemos hacer una oración? Sí. Entonces, el gringo llena el formulario de conversión/decisión y solamente en ese momento habla de la necesidad de ir a una iglesia, crecer espiritualmente. ¡Y nosotros nos sorprendemos porque muchos que hacen la decisión no siguen adelante! Quizá el más sorprendente es que en el poder y la gracia de Dios algunos perseveran y llegan a bautizarse y firmarse en una iglesia.

Pero, yo voy a sugerir que el problema teológico es más profundo, es una ignorancia con relación a la dimensión cósmica de la salvación en Jesús.

La dimensión cósmica de la salvación[9]

La soteriología bíblica es consecuencia de los propósitos de Dios para su creación, involucra todo el universo, o si Stephen Hawking está correcto, todos los universos que hay.[10] Colosenses describe a Jesús como:

a imagen del Dios invisible; el primogénito de toda la creación  porque en él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él.Él antecede a todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten. (Colosenses 1:15–17)

Por eso en Colosenses la obra de Jesús en la cruz involucra a toda la creación:

por medio de él, reconciliar consigo mismo todas las cosas, tanto sobre la tierra como en los cielos, habiendo hecho la paz mediante la sangre de su cruz. (Colosenses 1:20)

Consecuentemente, un aspecto importante de la victoria de Jesús en la cruz es su triunfo sobre los principados y potestades, una referencia no solamente a Satanás y sus demonios, sino también a los seres espirituales creados para cuidar de los asuntos humanos que fracasaron en su misión.

 Él anuló el acta que había contra nosotros, que por sus decretos nos era contraria, y la ha quitado de en medio al clavarla en su cruz. También despojó a los principados y las autoridades, y los exhibió como espectáculo público habiendo triunfado sobre ellos en la cruz. (Colosenses 2:14–15).

Es importante observar que el perdón de nuestros pecados se ubica en el contexto de esa obra cósmica de Jesús. Efesios continua con ese tema, enseñando que Jesucristo es tanto el telos, el objetivo de los propósitos divinos, como la plenitud de la creación divina.

a manera de plan para el cumplimiento de los tiempos: que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra. (Efesios 1:10).

El mensaje de la salvación es la historia de la reconciliación de todas las cosas en Cristo, como Dios está reuniendo todas las cosas bajo a Jesús. Nuestra salvación es entonces parte de esa narrativa, y por eso ningún aspecto de nuestras vidas, sea nuestro tiempo, nuestras finanzas, nuestra sexualidad, está fuera del señorío de Jesús ya que son parte de “todas las cosas” sujetas a Él.

Sin embargo, no debemos interpretar a eso de manera individualista, como ha sido la costumbre en la tradición teológica occidental. La iglesia está en el centro de los propósitos divinos, ya que la reconciliación entre judíos y gentiles que ocurre en la iglesia es una parte integral de la reconciliación de todas las cosas en Cristo.

Porque él es nuestra paz, quien de ambos nos hizo uno. Él derribó en su carne la barrera de división, es decir, la hostilidad, y abolió la ley de los mandamientos formulados en ordenanzas para crear en sí mismo de los dos hombres un solo hombre nuevo, haciendo así la paz. También reconcilió con Dios a ambos en un solo cuerpo por medio de la cruz, dando muerte en ella a la enemistad. (Efesios 2:14–16)

Nuestro error es pensar que la soteriología bíblica empieza con la salvación de individuos, y que necesitamos convencerles a eses individuos participaren de “iglesias”, para su crecimiento espiritual. Sin embargo, en la perspectiva bíblica la salvación es la formación de “un solo hombre nuevo” y la salvación individual es nuestra incorporación en esa nueva creación por la fe en Jesucristo. Por eso, es imposible ser salvo sin hacer parte del pueblo de Dios, y en ese sentido podemos adoptar el lema antiguo “fuera de la iglesia no hay salvación.”[11] Ser cristiano es participar de la cena del Señor como parte de su cuerpo que se reúne localmente en personas de carne y hueso, que se extiende geográficamente por toda la tierra e históricamente, ya que estamos en comunión con “la grande nube de testigos” (Hebreos 12:1). Por eso la mayordomía integral solamente puede ser ejercida mediante nuestra participación en la comunidad de santos, la iglesia.

Salvación, santificación y las buenas obras

Esa visión más completa de la salvación significa que no podemos aislar la salvación de la santificación y las buenas obras.

Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2:10)

“Creados en Cristo Jesús” es una de las formas que Pablo describe nuestra salvación. Hace eco a las profecías del Antiguo Testamento, especialmente en la segunda mitad del libro de Isaías que describen a la redención de Israel como una nueva creación.

 Una voz proclama: “¡En el desierto preparen el camino del SEÑOR; enderecen calzada en la soledad para nuestro Dios! ¡Todo valle será rellenado, y todo monte y colina rebajados! ¡Lo torcido será convertido en llanura, y lo escabroso en amplio valle!  Entonces se manifestará la gloria del SEÑOR, y todo mortal juntamente la verá; porque la boca del SEÑOR ha hablado”. (Isaías 40:3–5)

 Sobre las cumbres áridas abriré ríos, y manantiales en medio de los valles. Convertiré el desierto en lagunas, y la tierra reseca en fuentes de agua. Haré crecer en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos. Pondré en la región árida cipreses, olmos y abetos,  para que vean y conozcan; para que juntos reflexionen y entiendan que la mano del SEÑOR ha hecho esto, y que el Santo de Israel lo ha creado. (Isaías 41:18–20)

El misterio del evangelio es que los gentiles son incorporados a esa nueva creación divina. Sin embargo, esa incorporación tiene un propósito, hacer las buenas obras que Dios ha determinado para nosotros. La mayordomía integral, entonces, destaca la necesidad de la santificación y hacer buenas obras en nuestro servicio a Jesús.

La mayordomía integral y la escatología

Como el teólogo alemán Jurgen Moltmann enfatiza, la escatología debe tener un impacto significativo en nuestras vidas en el presente. La esperanza escatológica de los creyentes no debe llevar a una pasividad, sino a un compromiso con la transformación de la vida en el presente.

La esperanza encuentra en Cristo no solamente el conforto en el sufrimiento sino también el protesto de la promesa divina contra el sufrimiento. …

Los que esperan en Cristo ya no pueden suportar la realidad actual sino sufren bajo ella, para la contradecir. Paz con Dios significa conflicto con el mundo …

La promesa de la justicia divina en el evento de la justificación de los impíos lleva inmediatamente al hambre por la justicia divina en un mundo impío, y la lucha por obediencia pública, corporal. La promesa de la resurrección de los muertos lleva inmediatamente al amor por la verdadera vida de toda la creación dañada y amenazada.[12]

En otras palabras, la esperanza del cristiano es consecuencia de su fe en las promesas de Dios manifiestas en la resurrección de Jesús. La mayordomía integral es el ejercicio de esa esperanza y confianza en el presente llevando al cristiano vivir en el presente a la luz de su fe en lo que Dios hará en el futuro y por ese motivo no se conforma con ese mundo actual.

Santidad

La escatología debe llevar al creyente a tener una preocupación con la santidad. Las Escrituras son bien claras que todas las personas van a ser juzgadas por sus obras. Por ejemplo:

“Porque Dios «pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras»” (Romanos 2:6)

“Porque es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo.” (2 Corintios 5:10)

Es importante enfatizar que eso no significa que la salvación es consecuencia de las buenas obras. La Biblia es clara que la salvación es por la gracia, y que no hay nada que un ser humano puede hacer para lograr su propia salvación. Sin embargo, la Biblia afirma que las buenas obras son importantes ya que fuimos “creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” (Efesios 2:10). Por eso hay una distinción en recompensa entre los cristianos de acuerdo con la cualidad de las obras que practicaron en esa vida.

Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como maestro constructor, eché los cimientos, y otro construye sobre ellos. Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye, porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo.  Si alguien construye sobre este fundamento, ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja, su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno.  Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa, pero, si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego. 1 Corintios 3:12-15

Por eso, un proyecto de mayordomía integral en la iglesia debe incentivar a los cristianos a buscaren la santidad, a buscaren las buenas obras, conscientes del juicio que vendrá.

Perseverancia

La escatología debe ser un incentivo para los cristianos perseveraren en la fe. En medio al sufrimiento de la era actual el cristiano confía en las promesas divinas y persiste en su fidelidad a Jesús, mismo delante la realidad de la muerte.

De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. (Romanos 8:18)

 No tengas miedo de lo que estás por sufrir. Te advierto que a algunos de ustedes el diablo los meterá en la cárcel para ponerlos a prueba, y sufrirán persecución durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” (Apocalipsis 2:10)

Sin embargo, la cuestión de la perseverancia lleva a la reflexión sobre el hecho empírico de haber los que mientras hacían parte de la iglesia, ejercían dones espirituales y manifestaban todas las señales externas de fe, no continuaron hasta el fin. El libro de Hebreos advierte con seriedad sobre ese peligro:

Es imposible que renueven su arrepentimiento aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de todo esto se han apartado. Es imposible, porque así vuelven a crucificar, para su propio mal, al Hijo de Dios, y lo exponen a la vergüenza pública. (Hebreos 6:4-6)[13]

La mayordomía integral debe enfatizar que no es el suficiente levantar la mano y ser bautizado, es importante tener un compromiso total con Cristo durante todo el transcurro de nuestras vidas.

El telos de todas las cosas

Las Escrituras solamente nos ofrecen algunas miradas sobre el futuro y debemos reconocer que el lenguaje usado es generalmente metafórico. Por ejemplo, la declaración que “el mar ya no existe más” no es para desanimarles a los surfistas, sino consecuencia de la asociación del mar con el mal, con las fuerzas del caos y de la anti- creación en la cosmovisión antigua.[14]

El importante es destacar que el “cielo nuevo y la tierra nueva” no son un sitio de un culto dominical eterno, sino caracterizadas por mucha actividad. La presencia de Dios es asegurada porque

el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le rendirán culto. Verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá más noche, ni tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol; porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 22:3–5)

El reinado de los cristianos, iluminados y empoderados por Dios es la restauración del mandato de Dios para ejercer el gobierno divino sobre la creación, ahora que el problema del pecado humano ha sido resuelto en Jesucristo. Si el propósito de la escatología es enseñar los cristianos a vivir en el presente a la luz del futuro, y nuestro destino es servir a Dios eternamente, entonces la mayordomía integral debe llevarnos a buscar servir a Dios en todas las áreas de nuestras vidas en el presente.

Conclusión

Si la mayordomía integral es “toda nuestra vida dedicada totalmente a Dios” entonces creo que necesitamos de predicadores que prediquen toda la palabra a todas las personas. Por eso termino con más una defensa de la exposición sistemática, integral de las Escrituras en nuestras iglesias. La mayordomía integral necesita de predicadores que no solamente eligen a los temas que les son más confortables, sino prediquen la totalidad del contenido de la Biblia.

Bibliografía

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[1] CP Wagner fue un influente misiólogo asociado con la escuela de misiones del Seminario Fuller en Pasadena. Su insistencia en reducir la misión de la iglesia a la salvación de almas llevó a un fuerte conflicto con misiólogos latinoamericanos como Samuel Escobar y CR Padilla. D Kirkpatrick, ‘C. René Padilla and the origins of Integral Mission in Post-War Latin America’, Journal of Ecclesiastical History 67.2 (2016), pp. 351–371, (p. 368). D. Bosch critica Wagner por reducir las consecuencias éticas de la salvación a aspectos “microéticos como la asistencia regular a la Iglesia, abstinencia de alcohol y tabaco, lectura de la Biblia y oración diaria” y por tolerar la segregación racial y ética para facilitar al crecimiento de la iglesia. D. Bosch, Misión en Transformación (Grand Rapids: Desafio, 2000), p. 508, p. 568. En el fin de su carrera la obsesión de Wagner por el crecimiento numérico lo llevó a asociar se con nuevos movimientos de batalla espiritual y redes apostólicas, tolerando la predicación de la teología de la prosperidad por ellos. Ver la crítica en C. Lowe, Territorial Spirits and World Evangelisation: A Biblical, historical and missiological critiuque of strategic level spiritual warfare, Sevenoaks: Mentor, 1998.

[2] WT. Cavanaugh, Being Consumed: Economics and Christian Desire (Grand Rapids: Eerdmans, 2008), pp. 76–77.

[3] J. González, Diccionario Teológico (Barcelona: Clie, 2010), p. 87.

[4] J. Gonzáles, Historia del Cristianismo, Tomo 1 (Miami: Unilit, 2009), pp. 291–298.

[5] S. Escobar, En Busca de Cristo en la América Latina, Buenos Aires: Ediciones Kairos, 2012.

[6] González, Historia del Cristianismo, Tomo 1, p. 292.

[7] M Erickson, Teología Sistemática, 2a edición (Barcelona: Clie, 2009), pp. 708–711.

[8] Gregorio de Nacianzo, citado en C. Hall, Reading Scripture with the Church Fathers (Downers Grove: IVP, 1998), p. 72.

[9] Esa sección es influenciado por la lectura de Efesios y Colosenses, y comentarios sobre eses libros y la obra de NT Wright. Ver, entre otros, C Talbert, Ephesians and Colossians, Grand Rapids: Baker Academic, 2007, TRY Neufeld, Ephesians, Believers church Bible commentary, Waterloo: Herald, 2002, S Fowl, Ephesians: a commentary, The New Testament Library, Louisville: Westminster John Knox Press, 2012, NT Wright, Scripture and the Authority of God, (London: SPCK, 2005), capítulo 9, NT Wright, Following Jesus: reflections on discipleship, London: SPCK, 1994, NT Wright, The Lord and his prayer, London, SPCK, 1996 y NT Wright, Who was Jesus? (London, SPCK, 1992), capítulos 3 y 5.

[10] Ver P. Ghosh, ‘Prof Stephen Hawking’s multiverse finale’, BBC News http://www.bbc.com/news/science-environment-43976977. Es importante enfatizar que no hay evidencia concreta de la existencia de múltiples universos, y no hay consenso científico se es posible encontrar tal evidencia. Una breve crítica al concepto del multiverso está en J. Polkinghorne, The anthropic principle and the science and religion debate, Faraday Paper 4, p. 3, https://www.faraday.st-edmunds.cam.ac.uk/resources/Faraday%20Papers/Faraday%20Paper%204%20Polkinghorne_EN.pdf. Alister McGrath cita los debates sobre la existencia de universos múltiples como evidencia que ni siempre hay pruebas incontestables para fundamentar las creencias de los científicos. A. McGrath, Why God Won’t Go Away: Engaging with the New Atheism (London: SPCK, 2011), p. 75.

[11] La tentativa de la iglesia católica de usar la expresión “extra ecclesium nulla salus” para imponer la autoridad del papa y del magisterio de la iglesia no nos debe hacer ignorar la verdad de esa declaración, atribuida a Cipriano de Cartagena. Gonzales, Historia del Cristianismo, Tomo 1, p. 110.

[12] J. Moltmann, Theology of Hope, New York: Harper and Row, 1965.

[13] Diferentes posiciones teológicas tratan ese hecho de manera diferente. H. Bateman et al, Four views on the warning passages in Hebrews, Grand Rapids: Kregel, 2007. Muchos en la perspectiva calvinista simplemente adoptan el lema “una vez salvo, salvo para siempre. “Sin embargo, eso es una grande simplificación de la perspectiva calvinista ya que en ese sistema la apostasía en Hebreos es consecuencia del hecho de Dios elegir algunos para aparentemente convirtieren, y manifestaren todas las señales externas de la fe cristiana pero como no son creyentes verdaderos van a apostatar. Eso sería una manera de revelar la justicia y la santidad de Dios. En una lógica rigorosa, no hay como cualquier persona que adopta esa perspectiva tener la seguridad de la salvación (Calvino la supone, pero no la fundamenta) ya que la elección es incondicional. Sin embargo, entre los puritanos fue común procurar las señales de la elección adonde Max Weber vio la semilla de un espirito del capitalismo, ya que una señal de su elección sería trabajar mucho pero gastar poco en si mismo, llevando al ahorro e inversión de capital. M. Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Alianza Editorial, 2012. En la perspectiva arminiana hay ambigüedad. Los arminianos enseñan que los cristianos tienen seguridad en Cristo, eso es, se uno está en Cristo uno puede tener seguridad en el presente sobre su salvación en el futuro. Sin embargo, hay divergencia sobre si una persona puede estar en Cristo y después apostatar, dejando de estar en Cristo. En parte por ser educado en la tradición calvinista Jacobo Arminio no adoptó una posición clara sobre eso y consecuentemente algunos arminianos afirman que una vez que una personas es verdaderamente salva, la obra del Espíritu Santo en su vida hace imposible la apostasía. Otros siguen a Juan Wesley que afirma la posibilidad de un creyente apostatar, y por tanto dejar de estar en Cristo y con eso no perseverar. JJ Davis, ‘The perseverance of the saints: a history of the doctrine’, Journal of the Evangelical Society 34.2 (1991), ps 213-228.

[14] G Fee, Revelation (Eugene: Cascade, 2011), p. 291,WJ Harrington, Revelation (Collegeville: Liturgical Press, 2008), p. 207 y MY Emerson, Between the Cross and the Throne: The Book of Revelation (Bellingham: Lexham Press, 2016), p. 35.

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